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‘El lado bueno de las cosas’ el buen rollo de los Oscar


«El lado bueno de las cosas» es la gran sorpresa del año, al menos en cuanto a nominaciones a Oscar se refiere, con 8 candidaturas. Demasiado para una película con buena factura e interpretaciones y aún mejores intenciones pero que no llega en ningún momento a lo excepcional.

Bradley Cooper, Jennifer LawrenceRobert de Niro y Jacki Weaver forman el estupendo cuarteto protagonista, premiados cada uno de ellos con una nominación al Oscar, algo que no conseguía una película desde «Reds» en 1981.

Todos ellos cumplen de sobra su cometido, se creen sus personajes y facilitan que el espectador entre en la historia, que sobrevuela la crítica social sin meterse en profundidad y que se decanta por el «buen rollo» (buenas y positivas sensaciones) por encima de cualquier consideración real o moral.

El lado bueno de las cosas Bradley Cooper

Pat es un joven profesor que sale de una institución mental en la que ha estado ingresado tras protagonizar un violento incidente cuando descubre que su mujer tiene una aventura con un compañero de trabajo, a quien agrede.

Sale convencido de que puede recuperar su vida justo en el punto donde la dejó antes del engaño. Y se da de bruces con una realidad que incluye un padre que se dedica a las apuestas ilegales en el fútbol americano; una exmujer que no quiere saber nada de él y un mundo que le da la espalda por su violencia.

El lado bueno de las cosas Jennifer Lawrence

Lo único diferente en el cuadro es una chica, cuñada de su mujer amigo, Tiffany, interpretada por una Jennifer Lawrence que demuestra su versatilidad como actriz y la facilidad con la que se mete en cualquier personaje, ya sea en la adolescente «Los Juegos del Hambre» o «Winters bone«.

Pero pese a esas excelentes interpretaciones -hasta Robert de Niro deja casi totalmente de lado los tics que exhibía- no son suficientes para elevar el tono de una historia más cercana a la comedia que al drama pero que pierde fuerza en esa indefinición.

Algunas escenas son realmente buenas y divertidas -como el encuentro de Pat y Tiffany haciendo «corriendo» o el monólogo del hermano mayor que hunde aún más al recién salido de la institución mental- pero el conjunto se queda como una película con buenas intenciones y poco más.

La historia es poco creíble por su excesiva perfección, algo que no casa con un enfermo bipolar que no asume su enfermedad ni con las reacciones de quienes lo rodean.

Pero es una historia que en momentos como el actual, deja una media sonrisa al salir de las salas, algo que pocas películas consiguen.

«El lado bueno de las cosas» llega a los cines latinoamericanos precedida de un gran éxito en Estados Unidos.

EFE

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