En tiempos de pandemia y de crisis sanitaria colectiva, lo cual está trastocando considerablemente la vida social y económica de todo el planeta, la cultura. y el cine especialmente, constituye un refugio que puede ayudar a todos a conservar el equilibrio mental y emocional, además de aliviarnos ante la incertidumbre de unos momentos críticos, cuyas repercusiones son aún desconocidas.
En este sentido, leer un buen libro, escuchar una emocionante pieza musical o disfrutar viendo una interesante película pueden convertirse en remedios infalibles para frenar el abatimiento y para sobrellevar con mejor talante cualquier tormenta emocional. Cada persona siente predilección por un tipo de arte u otro, aunque siempre se puede disfrutar de sus diferentes vertientes, como una novela, una composición musical, un cuadro o, como el caso que nos ocupa en estas líneas, el cine. Esa carpintería de los sueños que ha marcado el devenir del hombre desde los tiempos de cine mudo, y que ha ido evolucionado dejando por el camino auténticos tesoros.
La difícil tarea de ‘hacer el humor‘
Dentro de la gran variedad de géneros cinematográficos, se nos antoja que son tiempos de abrazar de nuevo a la comedia, un género que, por lo general e injustamente, ha sido menos valorado por la crítica especializada en comparación los géneros más dramáticos, pero que tiene ante sí un reto de lo más difícil: hacernos reír.
En el vasto océano fílmico ya hay cabida para casi todo lo imaginable, pero siempre es buen momento para revisar títulos que han envejecido formidablemente, pasando con nota la dura prueba del tiempo. No podemos obviar, en este caso, a Ernst Lubitsch y su película «Ser o no ser», una verdadera maravilla dotada de intensas cargas de profundidad frente a la intolerancia de la Alemania nazi. Todo ello llevado de forma magistral y en clave de humor.
Los grandes maestros de la comedia
Qué decir de «La Vida de Brian» de Terry Jones, un film que, aunque los espectadores lo vean una y otra vez, vuelve a provocarles sonoras carcajadas. Divertídísima y tan subversiva e irreverente como una risotada en medio de un duelo por un difunto. Aunque en su día provocó la ira de algunos sectores de la iglesia católica, «La vida de Brian» representa, en todo caso, el espíritu iconoclasta de un memorable grupo de cómicos británicos reverenciados por admiradores de todos los rincones del mundo. Por supuesto, cualquier metraje de los Monty Python resulta adecuado para levantar el ánimo.
Y un repaso a la comedia en el cine no es formal —valga la paradoja— si no se nombra al perspicaz cineasta Billy Wilder, gran exponente del screwball (comedia alocada), aunque sus incursiones en el cine negro rayan también la excelencia. Un buen ejemplo es «Perdición», ota de sus grandes obras maestras.
Entre sus comedias, destaca por popularidad (y calidad) «Con faldas y a lo loco», pero «Sabrina, «El Apartamento», «Irma la dulce», «Uno, dos tres» o «Primera Plana» no le van a la zaga. Geniales todas ellas de principio a fin, y el antídoto perfecto para olvidar cualquier problema.
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