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‘Betibú’, suspenso con espíritu femenino sobre conspiraciones y periodismo


La actriz argentina Mercedes Morán es «Betibú«, una escritora de novela negra metida a investigadora, capaz de impregnar un «thriller» sobre conspiraciones, corrupción y periodismo de un potente espíritu femenino. «Aquí pasan cosas queno suceden cuando el investigador es un hombre«, ha explicado a Efe.

«Las mujeres llevan consigo su carga afectiva, familiar, con las amigas, con los tipos. Tiene que ver con una naturaleza muy femenina que atañe a lo solemne, a lo formal«, afirma la ganadora de cinco de los prestigiosos premios argentinos Martín Fierro, en una entrevista realizada hoy en Madrid.

Basada en una novela de Claudia Piñeiro, autora también de «Las viudas de los jueves«, igualmente llevada al cine, «Betibú» es una coproducción hispanoargentina que se estrena en España el próximo 12 de septiembre y de la que el director, Miguel Cohan, se «adueñó», ha señalado a Efe, y le puso «su mirada».

La película arranca con el asesinato de un poderoso hombre de negocios que aparece muerto en una urbanización de lujo de Buenos Aires. La noticia vuela a la redacción del periódico de mayor tirada, que dirige un español (José Coronado), quien decide encargar a su examante y prestigiosa escritora Betibú (en homenaje al dibujo animado Betty Boop) una columna que ilustre el caso a diario.

Así, la escritora se sumerge, con la ayuda de dos periodistas de sucesos (Alberto Ammann y Daniel Fanego) una complicada trama, que acaba por cuestionar desde la objetividad del periodismo a la limpieza de la justicia.

«Es una película de suspense donde se entremezcla lo periodístico con lo policial y que pone de manifiesto que, muchas veces donde no puede llegar la policía, son los periodistas, con muchos menos recursos, los que llegan, pero aún así luego deben pasar el filtro de arriba«, reflexiona Coronado.

El actor madrileño vuelve a ponerse en la piel de un periodista, esta vez atraído por «lo poderoso, presuntuoso y cretino» que era su personaje, «a la vez que debía enamorar a la chica«, apunta, lo que le dejaba «un borde muy fino para no pasarse de un lado a otro».

«Por desgracia, estos personajes están a la orden del día», considera el ganador del Goya por «No habrá paz para los malditos«, quien destaca, entre las cosas «soterradas» de la película, «esa falta de ética, sobre todo en el cuarto poder, y cómo evidencia que casi todos los que están hoy en las cúpulas se hallan más al servicio de los bancos que de la información».

Alberto Ammán (Goya revelación en 2010 por «Celda 211») simboliza la lucha generacional, el nuevo periodista que se apoya en los avances tecnológicos frente al veterano, cuyos contactos y experiencia son insustituibles cuando se rebusca en las cloacas.

«Me interesa cómo una persona puede ser degradada para dejar a otra muy joven al frente de un puesto como jefe de policía, alguien sin experiencia, sin contactos, sin calle: por eso, ahí algo huele mal«, opina Ammann.

«Está claro que al veterano le apartan porque es molesto para el sistema y les crea problemas -apunta Coronado-. Entonces fuera periodismo y fuera todo, que la máquina siga funcionando: ponemos a alguien que se calle y que acepte», apunta Coronado.

«Son cosas que probablemente pasen«, dice Cohan, aunque enseguida puntualiza que «afortunadamente esto ha sido ficcionado».

«La película es un thriller y no queríamos movernos de ahí. Lo que pasa es que toca temas que se sienten muy presentes. Además, en Argentina hay una cultura de ver conspiraciones que al principio parecen exageradas -aclara-, pero que, cuando pasan los años, son cada vez más reales«.

El director, tras once años trabajando con Marcelo Piñeyro, se siente como un pintor con sólo dos cuadros y en continuo aprendizaje.

«Lo que va contando Betibú es más denso que lo que ocurre en Sin retorno (2010), pero busca contarlo de manera más liviana, con humor, apostando mucho más por la trama».

EFE